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SEMINARIOS ROMA- Día 3 – NUESTRA ACTIVIDAD EN EL MUNDO


Hoy vamos a hablar de algo un poco diferente a lo que se ha venido conversando en los seminarios.

Esto tiene que ver con una actividad nuestra, más que con nuestros estudios. Tiene que ver con una  actividad  hacia el mundo, hacia la gente. Y esta actividad que hemos empezado a desarrollar y que vamos a desarrollar con más fuerza, esta actividad, para que pueda desarrollarse  adecuadamente  requiere de algunas condiciones mínimas.
 
La primera condición está en nosotros mismos.

¿Qué condición necesitamos para poner esto en marcha?

No necesitamos grandes conocimientos. No necesitamos extraordinarias virtudes para poner esto en marcha. Esto que vamos a poner en marcha, que estamos poniendo en marcha tiene que ver con nuestro trabajo y con la orientación de nuestro trabajo. Y esta orientación que tenemos desde siempre de conexión con otras personas, de conexión con el ser humano en general. Nuestro trabajo no es un trabajo aislado. Esta actividad que vamos a desplegar con más fuerza tiene el mismo signo de nuestro trabajo, solo que exteriorizada con más fuerza de lo que ha venido siendo hasta ahora.

Las condiciones que necesitamos tienen que ver con esta exteriorización. No tienen que ver con grandes conocimientos.

¿Necesitamos nosotros plantear posiciones políticas? No, en absoluto.
Se supone que ya hay políticos. Se supone que ya hay gente que sabe de estas cosas, sabe como hacer estas cosas. Son especialistas en eso, infinitamente  mejor que nosotros. Tienen conocimientos, tienen capacidad. Unos en un bando, otros en otro bando.

¿Se supone en cambio que nosotros debiéramos dar un mensaje de tipo religioso? No, en absoluto.

Hay gentes que tienen que ver con eso, que están allí en el mundo para orientar en esos caminos. De acuerdo a la fe religiosa que tengan unos u otros, aunque a veces estas distintas fe religiosas, se opongan entre si. En sus distintos bandos, ellos pueden orientar infinitamente mejor que nosotros.

¿Se supone acaso que debemos dar respuestas para solucionar problemas que la gente tenga? ¿Se supone que debiéramos solucionar problemas, tal vez de tipo terapéutico? No, seguramente que no.

Nuestro mensaje no puede llenar esas lagunas. Existen miles y miles de personas en el mundo infinitamente más capacitadas que nosotros, con gran cantidad de equipos y de medios como para solucionar esos problemas. De manera que ese es el oficio de ellos.

Así pues, nuestro mensaje nada tiene que ver con estos problemas de tipo político, religioso, terapéutico porque se supone que estos  vacíos y estas lagunas a llenar, pueden ser solucionadas por otros especialistas, por otros conocedores, por otra gente con grandes conocimientos y grandes recursos.

De manera que nuestro mensaje es mucho más humilde, mucho más simple. Tendrá que ser un mensaje cotidiano, que no tenga que ver ni con lo religioso, ni con lo político, ni con lo terapéutico. Nosotros no estamos capacitados para dar respuestas de esa naturaleza. Nosotros no  tenemos conocimiento, ni nivel suficiente como para solucionar los grandes problemas.

Nosotros simplemente podemos lanzar un mensaje, tal vez útil para otros como puede ser  útil para nosotros mismos.

Así es que, ¿cuál es nuestro campo? Es el campo de la vida cotidiana, es el campo de la existencia cotidiana, en el que no hay especialistas. Es el campo que le toca vivir al político personalmente, que le toca vivir al hombre religioso personalmente, que le toca vivir al científico personalmente.

De modo que ellos en sus bandos hacen sus cosas, pero claro, ellos viven , ellos existen, ellos tienen sus problemas de conciencia, sus frustraciones, sus resentimientos, sus búsquedas, sus placeres, sus defectos. Porque todos ellos son seres humanos. Todos ellos  tienen un campo de  existencia cotidiana, para los cuales también sirve nuestro mensaje. Independientemente de los bandos en que estén incluidos. Ese es nuestro campo, el campo de lo cotidiano, de lo inmediato, el campo de la existencia, del sufrimiento humano, de las esperanzas, del sentido de la vida.

Ya ven ustedes qué poco pretenciosa es nuestra postura, con qué pocos recursos cuenta y con qué poco conocimiento.
Pero hablábamos de las condiciones necesarias en nosotros mismos, para poder llevar adelante este mensaje.

Cuando alguien pregunta por ahí  ¿y porqué ustedes dan este mensaje? Nos parece sorprendente esta pregunta. Nosotros inversamente nos decimos, ¿porqué no habríamos de dar este mensaje? Esto es bueno para nosotros, es bueno para nuestro prójimo, es bueno para otros. Al parecer es bueno para todos. ¿Porqué no habríamos de dar este mensaje? Es que se supone que no debe  darse ningún mensaje? ¿Es que se supone que ya todos los caminos están  cerrados? Eso, tal vez, no sea exacto.

¿Cuál es la condición necesaria para que nosotros demos este mensaje? Querer al  ser humano!

Aquel que de entre nosotros no sienta amor al ser humano o como mínimo, no quiera al ser humano, no debe afrontar estos trabajos. Puede quererse mucho asimismo, puede querer mucho a sus problemas. Cosa paradójica, querer mucho a sus problemas. Tal vez esté preocupado porque si come esto le hará mejor que si come lo otro; si respira este aire o respira el otro; si se queda en la ciudad o se  va al campo; si toma este objeto o toma el otro. ¿No es cierto? Tal vez esté preocupado centrípetamente. Pero claro, este no es el sentido de nuestro mensaje.

No parece ser buena condición para los demás, mi preocupación continua por el aire que respiro y la digestión que hago. Son cosas necesarias para la vida; pero estamos hablando de una condición que pone fuerte primacía en los demás.

Es importante la condición básica de querer a otros. Estas no son actividades para egoístas. Estas son actividades para personas que interpretan al mundo de otro modo. No al mundo al servicio de ellas. Estas no son actividades que responden a los esquemas que hoy existen y que han trabajado sobre nosotros sin que nosotros lo advirtamos. Esquemas tales como: yo soy un consumidor, por lo tanto mi función es la de ser un aparato digestivo del cuerpo social. Es decir, yo estoy interpretando al mundo, según que el mundo me dé cosas. Es cierto que yo también doy, invierto mi fuerza de trabajo y de acuerdo a la fuerza de trabajo que invierto recibo en cambio bienes de consumo. Y eso está bien. Pero, ¿es que doy algo de mí o  es que produzco un intercambio, tal vez necesario, tal vez no tan necesario, para mi subsistencia? ¿Pongo algo de mi en la actividad hacia el mundo o recibo bienes a cambio de trabajo, un tanto mecánicamente, como una fuerza de acción y reacción? ¿Qué pongo de mí en el mundo? Al parecer, no pongo mucho. Por cuanto pongo para recibir,  y ahí quedamos en ese circuito cerrado.

Al parecer, todo lo que sucede en el mundo, es para mi, si puedo conseguirlo. Primer problema.

Segundo problema: trato de conseguirlo, y aunque lo consiga, siempre   queda un sabor de que algo faltó.

De todos modos, voy tratando de que todo se refiera a mí. Esta es la ideología consumista, que ha trabajado con nosotros, aunque nosotros no lo percibamos.

Puede ser que esté en el campo, puede ser que esté en la ciudad; puede ser que me afecte el smog o que no me afecte; puede ser que tenga un tipo de dieta u otro tipo de dieta; pero es la misma forma mental de esta preocupación, individual, personalísima, cerrada, donde no aparece en el horizonte la posibilidad de comunicarme con el otro.

Se dice, por ejemplo: lo que está faltando en el mundo es comunicación entre la gente. Se dice… ¿Pero esto es verdadero?

Hoy más que nunca los medios de comunicación están desarrollados. Hoy más que nunca las  ciudades están hacinadas. Hoy más que nunca me encuentro con gente a cada paso que doy; hoy más que nunca me comunico  telefónicamente y me comunico radialmente. Y me comunico por miles de medios y el mensaje de la propaganda y de la difusión llega hasta mí.

¿Qué es esto de que estamos incomunicados? ¿O será tal vez la sensación de incomunicación lo que registro? Porque al parecer, y según muestra la realidad, estoy más comunicado que nunca.

¿Será que estoy  comunicado pero que siento la incomunicación. Esto es otra cosa.

¿No será que experimento, aunque esté rodeado de gente, que estoy como cercado por un cuerpo transparente? ¿No será que me encuentro en situación de no poder conectar en un nivel emotivo profundo con las otras personas? ¿No será que me hablan y hablo y en ese hablar de todos modos se pierde lo mas importante? ¿Qué es este registro de soledad, de incomunicación, de aislamiento? Esta cosa paradojal que sucede en las ciudades, donde la conexión es cada día, más y más intensa. ¿Qué significa este fenómeno?
Nuestro mensaje se basa en una necesidad existencial, en una necesidad del ser humano. Este es un punto de gran importancia: si ustedes no dan, nunca van a recibir. Si usted cree que sólo se trata de recibir objetos, afectos, personas, dietas, paisajes, etc., si usted cree eso,  va a tener problemas.

El ser humano  tiene una cantidad de receptores: ojos, oídos, boca, etc. Tiene un circuito muy complejo. Pero también tiene efectores, salidas hacia el mundo. Si ustedes cierran la válvula de salida, hay explosión. La gente anda preocupada por las válvulas de entrada; y eso es lógico. La preocupación está en si recibí hoy más que ayer, y así siguiendo. Pero el punto está en qué pasa con las válvulas de salida. Qué interesante.

Así que nos hemos estado preocupando de esta recepción continua, y no de las salidas. ¿Y si hubiera un bloqueo en las salidas, que pasaría? Podrían pasar muchas cosas. Además depende de en que válvula esté el bloqueo. Pero si hubiera un bloqueo en la salida, ¿que podría pasar? Podría  pasar, por ejemplo, que me intoxicara internamente; podría pasar que empezara a sentir al mundo y a las personas y a las cosas, como que están lejos de mí. Como que no me comunico, como que estoy aislado. Claro que sí, parece que eso es lo que sucede. Estoy  aislado y no me comunico y no hay verdaderos mensajes, porque no tengo cómo comunicar desde mí hacia el otro, porque para eso es necesario que pueda dar. Y en tanto no dé, la incomunicación será fatal.

De manera que estos planteos que se vienen haciendo desde antiguo, de que hay que amar al prójimo, de que hay que dar, y que es muy bueno comunicarse con la gente, todo esto que se dice, habrá que ver cómo se hace.

Ustedes saben que hay una gran diferencia entre el decir y el hacer. Parece que hay poco que dar, ¿no es cierto? ¿O habrá muchas posibilidades de dar? ¿Estaremos dispuestos a dar? ¿Y qué cosas estaremos  dispuestos a  dar?

Estas preguntas nos interesan mucho. Estamos seguros que en la medida en que se cierre la válvula del dar, las poblaciones, poblaciones enteras en el mundo, van a aumentar en su tensión interna. Van a aumentar peligrosamente en su aislamiento y se van a producir disloques cada vez más grandes, porque  se está cerrando la válvula del dar. Esto se verifica cada día.

No es un planteo tan original el nuestro. Mucha gente empíricamente lo sabe. Como de costumbre no descubrimos ninguna cosa nueva; simplemente observamos lo que sucede.

Se acuerdan ustedes de la experiencia de ayer? El mejor momento de su vida. Allí estaban ustedes, tal vez con fe en ustedes mismos, tal vez con fe en otros. Ahí había un futuro abierto y ahí se podían hacer cosas. Y podían ustedes comunicarse haciendo cosas; eran capaces de dar sin recibir retribución. Y eso del poder dar sin retribución era un alivio interesante que ustedes sentían como luminoso, como liviano. Podían dar sin recibir.
Recuerden esa interesante situación y van a ver que tienen todas esas características.

Recuerden algún enamoramiento, si es que alguna vez lo tuvieron, y van a ver cómo podían dar sin preocuparse por el recibir. Y van a ver que cuando daban se encontraban comunicados. No se encontraban aislados, por cierto. Pero algo pasó. La válvula se cerró.

Nuestro mensaje y nuestro trabajo tienen que ver con el dar. Y les digo que el egoísmo no es útil. Les digo que el dar es de gran utilidad. El dar equilibra mucho más que el recibir. El dar permite progresar. El dar permite abrir la línea en una dirección a futuro.

Es claro, estas cosas no se suelen decir, tan así como así, por la calle.

Estúdienlo internamente, estúdienlo  en otras personas y vean qué bueno estaba aquello de dar en aquel momento y vean cómo se comunicaban cuando daban. Y si la palabra utilidad es un poco fuerte, digan que eso de dar es bueno.

Nuestro mensaje tiene que ver con esa apertura. En tanto la gente no reivindique esta capacidad obturada del dar, en tanto eso no suceda, los problemas van a aumentar.

En tanto, en cambio, podamos inducir a esta capacidad del dar las cosas irán cambiando individualmente y grupalmente. Pero esto no podrá iniciarlo aquel que no quiera a los otros seres humanos. No podrá.

Aquél que quiera a sus padres, a sus hijos, a su familia, a sus amigos, a su pueblo. Aquél tendrá posibilidad de comunicarse. Pero aquél que esté preocupado por lo que come, por el aire que respira, por si va al campo o si se queda en la ciudad…, aquél que esté tan preocupado por el mismo no tendrá capacidad de dar y aumentará su aislamiento.

Este es un punto de importancia y esta es una diferencia radical y tajante que tenemos con esas ideologías que circulan.

Está bien. Todos tenemos nuestros problemas. Pero ¿dónde ponemos nuestra dirección? En los problemas o más allá de nosotros mismos? Aquí hay una pregunta interesante para contestarse cada cual.

Buena disposición la de aquellos que quieren a la gente. Buena disposición la de aquellos que cuando ven una dificultad tratan de poner el hombro.
Bueno, tal vez  con esa disposición básica, esa disposición que está repartida entre miles y miles de seres humanos, esa capacidad en cuanto se oriente, producirá un gran río de comunicación.

En realidad, en todo ser humano existe aptitud para dar. Las circunstancias han ido cerrando esta válvula; pero en todo ser humano existe esta válvula.

¿Han visto ustedes lo que sucede con estas gentes a las que se llama voluntarios?

En general, voluntarios… El bombero voluntario, por ejemplo. Hay distintas formas de ser voluntario. Este voluntario que a las cuatro de la mañana, cuando suena una alarma, se levanta rápidamente. Sale, se mete en un incendio, rescata a un niño que está por morir en las llamas. Sale magullado, lleno de hollín; vuelve a su casa rápidamente para mojarse un poco y salir a su trabajo cotidiano. Nuestro hombre llega agotado para cambiarse de ropa y alguien le pregunta: ¿tú que ganas con eso? Y claro, este buen hombre no sabe cómo explicar qué gana él con eso, porque en realidad no gana nada. Al contrario. Llega fatigado a su trabajo, puede hacer mal las cosas en la oficina, puede llegar a perder el trabajo y poner en peligro la estabilidad de su núcleo familiar. Pero ¿que ganas tú  con eso? Y él, con toda seguridad, no va a poder responder cabalmente, ¡qué gana el con eso! Y el se va a sentir desalentado y se va a sentir incomprendido.
Y al ir a su trabajo apuradamente verá a dos vecinos que  se codean y se dicen ¡“ese es un voluntario”! Alguien un poco extravagante, del cual no se entiende para qué  esas actividades, de qué modo le sirven. En términos de consumo, qué gana este voluntario.

Hay miles y millones de voluntarios en el mundo que se encuentran en situaciones como esa. También hay voluntarios en distintas líneas políticas, religiosas, en distintas actividades del ser humano y que no ganan nada con eso. Y es tan extraordinario eso, que el voluntario no puede responder cuando se le formula la pregunta. ¿Qué gana usted con eso?.. Y claro…, no puede sostener su posición. Y nuestro hombre o mujer se va desalentando poco a poco. El no puede explicar lo que hace. Se va desalentando y llegará un tiempo en que diga: “sí, seguramente soy un poco estúpido, porque esto que hago ¿para qué me sirve?” Y así se van desalentando los voluntarios; estos que pueden llevar el mensaje a otros.

Todo está armado como para desalentar las actividades voluntarias. Y así se van arrinconando los seres humanos capaces de dar.

Nosotros vamos a reivindicar la capacidad de dar y vamos a poner como un valor social la capacidad de dar. Y vamos a poner al voluntario como el mejor ejemplo a seguir. Y vamos a explicar por todos los medios que tengamos a mano ¿qué cosa le pasa a usted, que está escuchando? Usted que sabe,  sí,  que quiere dar y que necesita dar; pero que no se explica muy bien qué es lo que siente y que según parece, los que están alrededor dicen que está mal lo que usted siente.

Nosotros vamos a poner en primera plana al voluntario y vamos a explicar que no es una cosa extravagante, que no es una cosa injustificada; que es exactamente lo mejor que puede hacer el ser humano. Y vamos a explicar las distintas razones, incluso las utilitarias del dar. Y vamos a crear entonces otras condiciones y  a través de estas condiciones nuestro mensaje va a llegar cada vez a mayor distancia.

Sobre esto trata esta llamada Misión del 80. Hay un mensaje, hay un destinatario y hay objetivos y hay una forma de implementar todo esto. Y como tiene carácter anecdótico, la cosa baja un tanto de nivel; pero es que con las implementaciones y las anécdotas es como podemos llevar adelante nuestras actividades.

Será muy importante tener en claro qué tipo de ser humano va a ponerse en marcha.

Quedará en claro cuál va a ser el objetivo de esta Misión, cómo va a ser el tipo de mensaje, quién va a ser el destinatario. Todo eso podrá quedar en claro. Podrá quedar en claro la implementación de estas actividades; pero lo más importante de todo es quién va a producir este mensaje. Por eso es que antes de hacer alguna cosa será muy bueno que cada cual se examine y se diga: ¿es que quiero yo a la gente? ¿Verdaderamente quiero yo a la gente? ¿O digo que quiero a la gente?

Si no quiero a la gente, más vale que busque otro tipo de actividades porque estas no son buenas para mí. Ese es el punto.

(Comentario o pregunta en italiano)

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Ese es el objetivo. De modo que si simplemente hacemos público el mensaje, pero todo aquello no redunda en el crecimiento de la obra común, algo va a fallar. No va a valer hacer mensajes si no redunda en el crecimiento estructural.

Dar simplemente información va a ser insustancial. Así que el objetivo, es hacer público el mensaje y engrandecer la obra común en todo lugar donde haya gente.

(Comentario o pregunta en italiano)

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Este es un punto importante: el destinatario. También nos vamos a dirigir a esa persona de la que hemos estado conversando. ¿Han mirado ustedes un poco la historia? ¿Han visto cómo se han puesto en marcha los grandes procesos de la historia? ¿Se han fijado ustedes en quiénes los han protagonizado y qué características tenían? ¿Han observado ustedes los protagonistas de los grandes procesos históricos qué características tenían todos ellos?

Tal vez, todos ellos hayan desmejorado su posición cotidiana. Han sufrido persecuciones y reveses de toda naturaleza.

Estudien esas biografías y vean qué de común había en esos grandes motores de los procesos históricos. Esa cosa incomprensible que hacían de comienzo y que provocaba una cierta alarma en la gente cotidiana que los rodeaba. Eso que no podían explicar. Podían explicar a lo mejor una teoría, una cosa; pero no explicar por qué lo hacían. Todos ellos tienen de  común esa voluntariedad. ¡Que parecidos son! ¡Qué enemigos han llegado a ser en ocasiones. Porque estas fuerzas, estas enormes fuerzas del dar son capaces de mover verdaderamente montañas. Estas fuerzas del dar están siempre relacionadas estrechamente con la fe y con el futuro. Estas fuerzas del dar pueden a veces encaminarse en buena dirección o pueden destructivamente encaminarse, como una catarsis a veces social, a veces colectiva. Y como estas gentes con esta  gran fuerza están en bandos diferentes, a veces no comprenden todo lo que implica estar en distintos bandos.

Muchas veces a sucedido que  gente de un valor interno excelente han terminado provocando destrucción y enfrentamiento con otros como ellos. Pero estas son grandes fuerzas.

Y echen una mirada aunque sea somera en la historia, y van a ver cómo a veces uno, dos o tres voluntarios ponen en marcha un proceso de milenios.

Este destinatario de nuestro mensaje es un ser humano de importancia. A él nos vamos a dirigir y él va a sentir que estamos hablando de él. No sabremos cómo se llama, dónde vive, qué características externas tiene. Pero cuando describamos la naturaleza de este voluntario, él va a decir “están hablando de mi”. De manera que habrá que fijarse muy bien  en cómo se  implementa este mensaje y cómo el destinatario acude al mensaje que podemos hacer.

(Pregunta en italiano sobre la difusión)

Continúa Silo
Habilitar canales para aquél que llega pueda  a su vez transmitir, ¡que interesante!

Hoy están surgiendo nuevas personas en nuestras estructuras.
Aquellas que llegan y  rápidamente dicen ¿qué hay que hacer? No estos que dicen: “yo tengo un problema, quisiera arreglar ese problema”. No. Hay gentes que hoy están llegando que dicen: ¿“qué hay que hacer”? Le respondemos bueno… espera un poco…, tienes que estudiar mucho todavía. Justamente a ese que llega y dice ¿“qué hay que hacer”?, que tiene la estructura y tiene la naturaleza del voluntario.

Debemos habilitar canales; debemos dar elementos rápidos y fáciles para que a  ese que diga o pregunte ¿“qué hay que hacer”? le podamos responder: “bueno…toma esto”. “¿Y cuándo?” “¡Ya! ¡Mira la hora que tenemos!”

Debemos habilitar canales que es lo que en realidad necesitan; canales para poder expresarse frente al mundo. Y ¡qué bueno va a ser para ellos todo ese trabajo! y también ¡que bueno va a ser para otros habilitar canales! que es lo que están necesitando.

Si ya desde el comienzo se habilitan canales para que se expresen, simplemente, no necesitaremos sabios, ni necesitaremos grandes teorías.
Necesitaremos canales para que se expresen rápidamente. Para que este que diga ¿“qué hay que hacer”? pueda hacerlo, y para eso tenga los materiales más elementales y cuente con una  experiencia elemental.

¿“Y cómo voy a explicarle a otros, si yo he llegado recién y he asistido solo a una reunión de experiencia”? Y le digo: ¿“cómo te ha parecido esa experiencia?” “Muy buena” puede responder. “Y dime,  ¿qué inconveniente hay para que esto mismo, lo trasmitas a tu hermano o tuamigo?” “Bueno, pero es que no sé muy bien como se hacen estas cosas”
, dirá. “¿Y por qué tienes que asumir posturas extraordinarias? No te bastará acaso con decir: esto me ha parecido bueno y puede ser bueno para ti”.

Será interesante que estos voluntarios vayan antes que nada con la verdad por delante.

No se tratará de decir: “Hay cosas que estudiar”, o bien:  “tú no entiendes todavía...”

Todo esto que refuerza la propia imagen y que crea tensión y problemas. ¿Por qué voy a decir más de lo que yo he experimentado? Mira, a mi me fue muy bien y esto es interesante, hagámoslo juntos! ¿Y qué pasa cuando no entienda algo? Pues buscaré y estudiaré y diré, mira, esto no lo entiendo, mejor preguntamos.

La primera condición para que funcione adecuadamente este trabajo de habilitar voluntarios hacia el medio, es ir con la verdad. Tal cual la experimento, así la digo.

“No os preocupéis -dicen por ahí unos libros- qué habréis de decir en el momento en que os toque, porque alguien os iluminará”. Son cosas que decían los antiguos. Pero nosotros podemos decir mucho más sencillamente, uno va con la verdad y hace y dice las cosas, tal cual las siente y qué fácil va a ser eso y qué interesante.

No hay que proteger ninguna imagen, no hay que crear ninguna tensión. Basta con que diga: “cómo siento las cosas verdaderamente”. Y el otro siente las cosas verdaderas; y el otro comprende esa comunicación y el mensaje llega a su corazón, más que a su cabeza.
Ese es el punto, fácil, habilitante, positivo.

1 comentario:

  1. Ah, tal vez sea por eso que el trabajo interno no me ha funcionado! Bien, probaré con la mirada puesta en el dar! Esa es mi imagen guia para este nuevo año!
    Gracias

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